6 Al reo de robo sacríleg o al que ha perpetrado algún otro crimen
horrendo, lo suben allí y lo precipitan para su perdición.
7 Y sucedió que con tal suplicio murió aquel inicuo Menelao que ni
siquiera tuvo la suerte de encontrar la tierra que le recibiera.
8 Y muy justamente fue así, pues, después de haber cometido muchos
pecados contra el altar, cuyo fuego y ceniza eran sagrados, en la
ceniza
encontró la muerte.